Y estaba todo tan bien, hasta que llegó el invierno. Ese 21
de junio, en el que abandonas tu rudeza y te vuelves total y únicamente dependiente.
Es que es tan simple decir: “me siento bien, estoy tranquila, sola, súper sola
yo y mi mantita de polar, viendo películas por internet, tomando un té y
comiendo chocolates”, sin embargo, llegas a la parte mamona, donde extrañas el regaloneo del cuál no te gustaba escapar, adorando estar abrazada como lapa al macho recio que estaba junto a ti, pero que por algún motivo extraordinario de la
vida, ya no lo está. Ahora quieres estar con alguien. Se acabó la actitud de
independencia máxima, porque el frío te vuelve mamona y esa es la verdad.
Oh, sí, cuánta razón había en los libros y testimonios que
explicaban este suceso. Si bien, podemos vivir en paz así, nacen las ganas de compartir con
alguien. Evitar perderse de las mejores películas en el cine, en vista y considerando que todas tus amigas
van con sus novios y claramente, tú no puedes ir sola porque te hace sentir
paaaaaavre y deprimente.
Y es que comienzas a cuestionarte si: ¿Está bien haber
terminado una relación? Pues bien, si no te llenaba por completo, entonces sí.
Porque no hay nada más latero que estar
por estar con alguien, transformando el tiempo en rutina y luego en
costumbre. Quedándote pegada en una etapa de ir y venir, una y otra vez,
desatando peleas, siendo llorona o sentimental. Te agotas, te vuelves mañosa y odiosa
de sobremanera.
Ya no quieres seguir en lo mismo, mandando años, meses o el
tiempo que lleves al carajo mismo. Está bien, es súper entendible. Sin embargo,
extrañas tener una relación. Salir a pasear y comer chanchería. Cometer actos
infantiles, una cabrachicada lo llamaría. Reír, llorar, gritar y dormir por horas,
junto a esa persona que te hace sentir loca, pero una loca linda.
Pues entonces, no te desesperes, el chico llegará. No en un
caballo ni vestido de azul, probablemente con más defectos que virtudes, pero
todo depende de ti, de cuánto te guste y de lo mucho que puedas idealizarlo,
porque si va contigo, con tu perfil, con tu onda y te hace feliz, entonces ya
no tienes de qué preocuparte, solo déjate llevar.
